Cruzando el Nullarbor: Ruta desde Melbourne hasta Perth (Parte1)

Cuatro meses en Melbourne, cinco en Harcourt. Nuestro tiempo en Australia se agotaba y el frío implacable de Victoria nos mantenía prisioneros entre cuatro paredes. Era hora de partir hacia un nuevo destino.
Julio se acercaba como una fecha límite invisible, el mes en que debíamos decidir nuestro próximo rumbo. Desde el principio, nuestra brújula apuntaba hacia Australia Occidental. Sabíamos que no era tan turística como la costa Este, y precisamente eso nos atraía: esos lugares remotos donde el turismo masivo aún no ha borrado la esencia auténtica, donde la identidad local permanece intacta.
La Búsqueda Desesperada
No pagar alojamiento era fundamental, así que nos sumergimos en una búsqueda frenética de trabajo por toda Australia, explorando también intercambios de alojamiento por horas de trabajo. La búsqueda se volvió obsesiva: día y noche postulando, enviando emails a empresas, fábricas, granjas… Sin exagerar, fueron alrededor de 100 correos.
Los días pasaban en un silencio ensordecedor. Semanas sin respuesta. El frío de Victoria se volvía insoportable y la ansiedad, incontrolable.
Competíamos con miles de backpackers. Las respuestas podían nunca llegar, ser negativas, o hacernos esperar semanas antes de ser afortunadamente elegidos. Después de tanto esperar, el día anhelado finalmente llegó.
El Mensaje que lo Cambió Todo
Después de aproximadamente un mes, nos escribió nuestra actual anfitriona. Como dice el viejo refrán: «Todo llega para quien sabe esperar», y así fue. Netta nos escribió con un entusiasmo que irradiaba en cada palabra y que era imposible rechazar.
Nos contó que habíamos sido sus candidatos favoritos para ayudarla con algunos quehaceres domésticos relacionados principalmente con el jardín. Por 8 horas de trabajo semanales cada uno (16 en total), Netta nos ofrecía alojamiento privado, independiente de la casa principal. Y lo mejor de todo: el lugar era Perth, Australia Occidental.
Aunque no teníamos trabajo remunerado asegurado como queríamos inicialmente, ser «nómadas digitales» nos daba la ventaja de nunca depender completamente de un empleador. Si bien siempre es lo ideal, el simple hecho de no costear alojamiento, internet y servicios durante cinco meses nos ha permitido ahorrar enormemente mientras vivimos fuera de Chile y disfrutamos las bondades de este lejano país.
El Gran Salto al Oeste
Seguimos nuestro instinto de ir al oeste. El 20 de julio Netta nos escribió y ese mismo día aceptamos. Teníamos hasta el 2 de agosto para estar en Perth.
Ya habíamos anunciado nuestra partida a nuestra familia «harcouriana», y con sentimientos encontrados a cuestas, el lunes 25 de julio partimos en un Ford Falcon del ’98 para cruzar todo el sur de Australia por la famosa ruta A1.
Nos esperaban 3,300 kilómetros de camino, de los cuales 1,100 comprendían el inhóspito y desolado desierto de Nullarbor.
Una Travesía Inolvidable
Ballenas majestuosas, águilas planeando, canguros sin vida al borde del camino, estaciones de servicio separadas por 400 kilómetros, confiscación de nuestra comida en controles fronterizos, la reserva de eucaliptos más grande del mundo, playas paradisíacas, parques nacionales que quitan el aliento, amaneceres y atardeceres sacados de una utopía, tormentas y vientos huracanados, lagos de un rosa surrealista, planicies y valles que se extienden hasta el infinito, cielos adornados por formaciones de nubes impresionantes…
Y la lista continúa. Solo queda una palabra para describirlo: INOLVIDABLE.
Cruzando el Nullarbor: Ruta desde Melbourne hasta Perth (Parte2)
Qué emoción! Una aventura soñada! Los amo!